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César García Urbano Taylor: Venezuela, Berlín, y el Mercado Inmobiliario (Parte III)

Lima (Sendero Luminoso), Bogotá (ELN, FARC), Medellín (Escobar Gaviria), Buenos Aires (Videla), Panamá City (Noriega), México D.F (guerrilla, secuestros, narcotráfico e intensas y sangrientas pugnas políticas bipartidistas); son ciudades que, hace escasos años, estaban tomadas por la violencia, el desconcierto, la depresión, el desánimo y la desconfianza del mercado, siendo hoy receptores de inversión inmobiliaria de decenas de importantes fondos en el Mundo.

La Cortina de Hierro fue levantada, la Unión Soviética disuelta; Rusia, reestructurada (Perestroika) y China (se abrió a la modernidad), sus sistemas económicos han ido eliminando lentamente sus propios vicios, mientras recomponen las trampas dialécticas de las políticas públicas que les dieron origen. Muchas veces hasta quien se niega rotundamente a cambiar, se ve obligado a aprender su lección y de súbito adoptar las posturas que algunas vez despreció.

Incluso en Cuba existen evidencias de inversionistas privados en ciertas zonas turísticas, pues la apuesta por el cambio siempre es una apuesta segura; aunque éste no resulte exactamente en nuestros anhelos, lapsos y proyecciones.

Saber que Dios actuaría, sin la certeza de cuándo, contribuyó a sacar a sus respectivas naciones de esa visión fatalista del futuro, multiplicando sus inversiones a niveles inimaginables.

Por lo antes expuesto, sugiero interpretar éste artículo dentro de una visión más universal y atemporal que utilitarista, pragmática o tecnocrática de su contenido. Las tragedias humanas, las diásporas, las guerras, los bankrupts, los desastres naturales y, en fin, cualquier circunstancia que cause tristeza en el Hombre, aunque forme parte de su ascenso, no debe percibirse de manera simplista como zonas para el oportunismo más frívolo y estéril.

Debemos, al contrario, esforzarnos por experimentar tales sucesos a través de la fe, la esperanza y la fortaleza de aquellos que invierten, sacrificando la seguridad de su patrimonio cuando nadie está dispuesto a hacerlo, generando ese movimiento de recursos constitutivo de la esencia misma del renacimiento. Ese respiro, incentivo y aliciente que desplaza la sensación apocalíptica que las crisis traen consigo.

Creer con certeza que todo estará bien, cuando la mayoría no está dispuesta sino a rendirse… Continuar cuando todos abandonan… Decidir por algo cuando todos esquivan… Comprometerse todavía más en la desgracia cuando incluso el miedo se confunde con la supervivencia… Emprender en tiempos de insensatez, carencias, dificultad, escasez, controles y desasosiego… Y enfrentar cuando el peso lapidario del agobio absoluto nos abruma, ha definido el futuro de la Humanidad, conduciéndola por el camino de la resurrección. De no ser así ya nos habríamos extinto.

Venezuela hoy plantea miles de oportunidades inmobiliarias para pequeños y grandes inversionistas. Nuestro País es actualmente para el Mundo la nostalgia por el paraíso perdido; sin embargo, sigue siendo un paraíso y no está perdida. El anacronismo del que adolece, desaparecerá. Luego entonces, cuando el inexorable cambio llegue (cualquiera sea su fórmula y actores); quienes hayan comprendido que es ahora el momento de invertir, de confiar y de creer; cosecharán frutos gigantescos, no sólo financieros, sino espirituales por haber contribuido con esperanza y asertividad a generar el movimiento de recursos necesarios para rescatarnos de nosotros mismos.

Siempre habrá un viento del Oeste refrescando al Este o viceversa; como la experiencia berlinesa demostró y las ideologías quedarán a un lado pugnando por sobrevivir.

El Ampelmannchen también camina por Venezuela hace muchos años; el Muro, aunque no físicamente, fue levantado; no por un lado, sino por ambos. Aprendimos que desmantelarlo también requiere de una reflexión y accionar de intenso y auténtico compromiso; pero se está haciendo y todos esos bloques se utilizarán por quienes confían en la recuperación y el cambio para construir su prosperidad en el nuevo rostro de un País que también le toca vivir su propia cortina de hierro.

Confíen en Venezuela que tanto ha dado al Mundo en sus peores momentos. Contribuirán a su revitalización y verán realizados inigualables retornos.

Por César García Urbano Taylor

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