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Ya es bien sabido que el embarazo no es precisamente la mejor faceta de Kim Kardashian. Durante su primera experiencia, cuando estaba esperando a North West, la socialité no solo vio afectada su figura y su imagen, sino que además pasó por una serie de síntomas que la hicieron jurar, en aquel momento, que nunca más quedaría en estado.
No bien la esposa de Kanye West había dado a luz a su primogénita, cuando se planteó tener a su segundo hijo a como diese lugar, al parecer las mieles de la maternidad le habían hecho olvidar las pesadillas del embarazo y la hija de Kris Jenner se obsesionó a tal punto con la idea de tener a su segundo bebé, que llegó a confesar que tenía relaciones con su esposo varias veces al día con tal de quedar encinta.
Debido a que la activa vida sexual que Kim Kardashian y Kanye West sostenían a diario no daba resultados, Kim incluso consideró la fecundación in vitro, pero sus esfuerzos se vieron recompensados y finalmente pudo anunciar a la prensa que estaba esperando a su segundo bebé, condición que en la actualidad aborrece.
Hace poco Kim Kardashian se desahogó en su blog, asegurando que no entendía a las mujeres que soñaban con estar embarazadas. El aumento de peso y sus cambios corporales es una de las facetas de este estado que más afecta a la esposa de West, que volvió a hacer el juramento de que no volverá a pasar por nada semejante.
