Angélica Álvarez.- Armando Reverón nació en Caracas el 10 de mayo de 1889, es reconocido como el precursor del Arte Povera, señalado como uno de los más importantes artistas del siglo XX en América Latina.
«Reverón fue miembro sobresaliente de la Academia de Bellas Artes, junto a figuras de la talla de Manuel Cabré, Antonio Edmundo Monsanto y César Prieto. En cuanto a su infancia, se sabe por testimonios de la época, que a los pocos años de haber nacido en Caracas fue dado en crianza por su madre a un matrimonio de Valencia, los Rodríguez Zocca, quienes se ocuparon de su primera educación».
Estudió en la Escuela la Academia de Bellas Arte y en 1911 ingresó en la Escuela de Artes en España, Barcelona y en la Academia de San Fernando en Madrid, sus estudios y vivencias en la capital española le dejaron una profunda huella en su forma de ser artística.
«En 1916, Reverón pinta al aire libre sus primeros paisajes resueltos dentro de una tonalidad azul. Poco después se traslada a La Guaira donde vive de dar clases privadas de dibujo y pintura. Allí conoce en el carnaval de 1918 y a Juanita Mota, quien sería su modelo e inseparable compañera. También en La Guaira, se encuentra al pintor de origen ruso Nicolás Ferdinandov, a quien había conocido en Caracas el año anterior. Durante este tiempo Reverón visita con frecuencia el rancho de pescadores que el pintor ruso ocupaba en Punta de Mulatos. Siguiendo los consejos de Ferdinandov, Reverón decide instalarse en el litoral, iniciando con esto una nueva etapa en su vida y en su obra», así lo reseña Venezuela Tuya.
En el año 1921, sus conceptos artísticos se transformaron, mientras vivía en una vivienda humilde en la playa, La Guaira, creó una percepción más profunda de la naturaleza y eso lo llevó a hacer un método de pintar, con procedimientos y materiales que le permitían representar la atmósfera del paisaje bajo efectos del deslumbramiento producido por la luz directa del sol.
En 1940 sufrió una crisis depresiva y psicótica que lo obligó a ingresar en un sanatorio, luego que se recuperó no pintó como lo hacía antes y se refugió en un universo mágico que, giraba en torno a objetos y muñecas diseñados por él, iniciando así su última y delirante etapa expresionista de su trabajo.
Reverón murió en el año 1953 en el sanatorio San Jorge, mientras trabajaba en una exposición que ya había anunciado el Museo de Bellas Artes y luego de haber recibido el Premio Nacional de Pintura.
