Alejandro Domínguez desea ser reelegido el viernes como presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol para un periodo de gobierno de cuatro años.
La reelección del dirigente paraguayo de 46 años se realizar durante un congreso ordinario en la sede de la federación conformada por la selección de diez países, y que estará presidida por el presidente de la FIFA Gianni Infantino.
Domínguez tomó las riendas de la Conmebol por primera vez en enero de 2016, luego de un periodo turbulento marcado por el procesamiento judicial de tres de sus ex mandatarios involucrados en un vasto escándalo de corrupción — los paraguayos Nicolás Leoz y Juan Ángel Napout; y el uruguayo Eugenio Figueredo.
Leoz, de 89 años, espera en Asunción su extradición a Estados Unidos para afrontar un juicio. Napout aguarda en prisión la sentencia a ser dictada en agosto próximo tras ser condenado en tres de los cinco cargos en su contra por crimen organizado y conspiración para cometer fraude electrónico. Figueredo es procesado en su país.
Infantino llegó este jueves a la sede de la Conmebol para la apertura de sus nuevas oficinas, pero no dio declaraciones. Las obras costaron 2,3 millones de dólares, explicó a la prensa el secretario general José Astigarraga.
Domínguez tampoco no respondió a ninguna de las preguntas de la prensa y se limitó a decir un par de comentarios sobre las nuevas oficinas: «Compartimos con ustedes la nueva cultura de trabajo y la nueva organización profesional que estamos inaugurando», dijo.
El directivo, único candidato a presidir la entidad, tendrá al venezolano Laureano González como vice presidente primero; al argentino Claudio Tapia como vicepresidente segundo y al chileno Arturo Salah como tercero.
Fernando Marín, el coordinador argentino de la candidatura tripartita de Argentina, Uruguay y Paraguay por la sede de la Copa del Mundo 2030, dijo que la Conmebol solicitará que se adelante para 2020 la elección de la sede del torneo de 2030. El pedido se hará en el Congreso de la FIFA que se realizará en Moscú el mes próximo, previo al comienzo del Mundial de Rusia.
Los tres países sudamericanos desean organizar el torneo como un homenaje a la primera Copa del Mundo, escenificada en Uruguay en 1930.