El gobierno francés anunció este martes, a través de su primer ministro Edouard Philippe, que estará procediendo a suspender por los próximos seis meses la subida del impuesto a los carburantes, así como la congelación de los precios del gas y de la electricidad. ¿La razón de este recule? La crisis interna que vive la nación debido a las fuertes y constantes protestas de los llamados ‘chalecos amarillos’ y demás miembros de la sociedad gala.
“Ningún impuesto merece poner en peligro la unidad de la nación”, dijo Philippe en una declaración televisada, no solo revelando la decisión de dar marcha atrás al decreto de aumento del combustible sino, además, adelantando que también se suspendería el endurecimiento de la inspección técnica de vehículos.
“Esta cólera, que viene de lejos, hoy se expresa con fuerza y de forma colectiva. Habría que estar sordo y ciego para no verla y escucharla”, señaló el funcionario, al tiempo que anunció un diálogo nacional para discutir este tema.
El congelamiento del aumento era uno de los principales reclamos de los protestantes, que llevan tres semanas de protesta en una rebelión feroz a la que se han sumado estudiantes, agricultores, camioneros y conductores de ambulancias.
Medida insuficiente
Las medidas anunciadas por el gobierno francés fueron rápidamente consideradas insuficientes para algunos miembros de los ‘chalecos amarillos’, que han ampliado sus reivindicaciones más allá de lo que se reclamaba en el punto inicial.
Muchos exigen ahora un aumento del salario mínimo, una subida de las pensiones, y la restauración de un impuesto al patrimonio de los más ricos, entre otras cosas.
“Los franceses no quieren migajas”, dijo Benjamin Cauchy, una de las figuras de los ‘chalecos amarillos’, aunque acogió positivamente lo que llamó un primer paso del ejecutivo.
