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La madurez de Soteldo – Líder en deportes

Es ley de vida que a unos les llega antes y a otros más tarde. Siempre es bienvenida, porque marca el comportamiento frente a las cosas cotidianas, a las cosas de cada quién. A sus 27 años de edad, y luego de rodar por varios países de América, de probar aquí y allá cómo es que se mueve la existencia, Yeferson Soteldo llegó a Porto Alegre con la disposición de comenzar otra vez.

Su pequeña estatura y un comportamiento díscolo en sus años juveniles incidieron en los agentes para cerrarle los portales de Europa, pero su talento ha sido tal, que ha podido despegar y alzar el vuelo donde quiera que haya ido. Desde Venezuela se largó hasta Chile, Brasil, Canadá, México, de nuevo Brasil, donde, inicialmente en el Santos y ahora en el Gremio, han ido cincelando su carácter de llanero venezolano y atrevido…

Si en el Santos veía en los entresijos del fútbol al gran Pelé, en el remoto sur brasilero seguramente inspira su sortilegio con la pelota en el quiebre de cinturas del inolvidable Ronaldinho Gaúcho, considerado el ídolo mayor de Río Grande do Sul, el enorme estado de fronteras con Argentina y Uruguay donde está radicado el equipo de Yeferson. Porque Gremio, con su camiseta a franjas verticales negras y azules, ha sido patria pequeña de jugadores que marcaron huellas en el fútbol universal; entre ellos Dunga, mediocampista y capitán de Brasil en el Mundial de Estados Unidos 94; Claudio Taffarel, arquero de aquel equipo alucinante y campeón.

Soteldo, de 1,59 de estatura, símil del fútbol venezolano de José Altuve por su pequeñez física mas también por su inteligencia en los campos, es hoy y desde hace algún tiempo fundamental en cada capítulo de la selección Vinotinto, en cada lance, en cada gol. Hasta hace poco se le criticaba que jugaba para él sin visión de totalidad, de campo abierto; sin embargo, esa misma madurez de la que hablábamos antes le ha abierto los ojos para tener una nueva perspectiva…

Los zagueros adversarios ya lo conocen: llega, simula un toque hacia la izquierda, luego voltea hacia la derecha y centra o se enfila hacia el arco; sí, lo saben, pero la preocupación por el muchacho de Acarigua los consume: cómo cuesta detenerlo. Es escurridizo, vivo, veloz. Por ahí se va definiendo el fútbol de Yeferson Soteldo, por ahí se va sabiendo todo aquello de lo que es capaz, y la afición venezolana comienza a erigirle un imaginario pedestal. “Soteldinho”, lo llaman los fervientes aficionados gremialistas por el cariño que despiertan su juego y sus goles de feria. ¿Cómo lo llamarán en Venezuela?

Nos vemos por ahí.

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