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Superando a Uber como la startup mejor valorada del 2014, Xiaomi se impone en el terreno de los teléfonos inteligentes en China, dejando muy atrás las ventas de terminales de marcas como Samsung, Apple, Lenovo y Huawei. La empresa asiática, que ha logrado salvar las distancias con la marca de Cupertino, a pesar de las severas acusaciones de plagio, sigue creciendo y esto mortifica a otros nombres de la competencia.
Google es uno de ellos. Aunque la empresa de Mountain View se despidió el año pasado de la fabricación de teléfonos inteligentes, vendiendo Motorola a Lenovo y subcontratado para la producción de la gama Nexus, hay algo que sí puede ser un quebradero de cabeza para esta filial tecnológica: el uso de Android que hace Xiaomi y la posible amenaza que esto represente en el mercado.
Si bien es cierto que los teléfonos inteligentes de la marca china trabajan sobre la base del sistema operativo más usado del mundo, también es verdad que Google no obtiene beneficios económicos por ello. Es de recordar que los aportes monetarios del gran motor de búsqueda surgen a partir del uso de servicios como Google Maps o Gmail, todos vetados en los dispositivos de Xiaomi.
No se trata de una jugada de la marca asiática en contra de la empresa norteamericana, sino de una censura propia del gobierno de China, que ha obligado a Xiaomi a hacer una adaptación de Android, valiéndose de otras aplicaciones o servicios que prescinden de la amplia gama de productos Google. Este matiz, y el crecimiento de Xiaomi fuera de las fronteras del lejano oriente, podría poner en jaque a las marcas tecnológicas que dominan holgadamente el mercado occidental.
